viernes, 26 de abril de 2013

Walpurgis Night






30 de Abril


La noche de Walpurgis está consagrada al tenebroso mundo de las brujas que salen de los infiernos, en compañía de Satán, para entregarse a una loca zarabanda durante endiablados aquelarres.

(ÉDOUARD BRASEY)





***

La Noche de Walpurgis

(Las montañas de Harz, en el oscuridad, 
una  fiesta de los demonios y las brujas. 
Fuegos fatuos.)

CORO DE FUEGOS FATUOS:

¡Entre las nieblas, 
entre las cañas, 
entre las piedras 
y sobre las aguas, 
de sitio en sitio, 
traspasando la noche, 
se enciende y pasa 
un fuego brillante! 
¡Alerta! ¡Alerta! 
¡De lejos, de cerca, 
en la hierba verde, 
bajo los cipreses, 
llamas que se mueven, 
rayos helados, 
son las almas 
de los difuntos!

(Fausto y Mefistófeles aparecen 
sobre la montaña.)

FAUSTO:
¡Deténte!

MEFISTÓFELES:
¿No me has prometido 
acompañarme en silencio?

FAUSTO:
¿Dónde estamos?

MEFISTÓFELES:
¡En mi imperio! 
¡Aquí, doctor, mi poder es absoluto! 
Ésta es la noche de Walpurgis.

CORO:
Ésta es la noche de Walpurgis.
¡Hu, hu, hu, hu, hu, hu!

FAUSTO:
¡Se me hiela la sangre!

(Intenta huir.)

MEFISTÓFELES:
(Le retiene)
¡Observa! ¡Con sólo una señal mía,
todo cambia y se aclara!

(A una orden de Mefistófeles, se abren 
las montañas y aparece un palacio 
de oro, en medio del cual se ve una mesa con
grandes manjares y rodeada de las reinas y 
de las damas de la antigüedad.)

Hasta las primeras luces de la aurora, 
a resguardo de miradas profanas, 
te ofrezco un sitio en el festín 
de las reinas y las cortesanas.

CORO:
¡Que se llenen las copas
en honor de los antiguos dioses!
¡Que resuenen los cánticos 
de nuestros alegres acordes!

MEFISTÓFELES:
Bellísimas reinas
de la antigüedad:
Cleopatra la de los dulces ojos,
Lais la de la encantadora frente,
dejadnos, dejadnos por unos instantes 
ocupar un puesto en vuestro banquete.

(a Fausto)

¡Vamos! ¡Vamos! ¡Para curar la fiebre
de tu corazón herido,
toma esta copa y que tus labios
consigan olvidar en ella el pasado!

CORO:
¡Que se llenen las copas!,
en honor de los antiguos dioses!
¡Que resuenen los cánticos 
de nuestros alegres acordes!

FAUSTO:
¡Remordimientos vanos! ¡loca alegría!
¡Es momento de que mi corazón olvide!
Dadme y bebamos, bebamos hasta el fin
Dadme y bebamos, bebamos hasta el fin


MEFISTÓFELES:
¡Medianoche! ¡Medianoche!
La mesa está dispuesta, ¡vivid!
¡Bailad! ¡Cantad!
¡sed los primeros, bebed!

LAS CORTESANAS:
¡Medianoche! ¡Medianoche!
La mesa está dispuesta, ¡vivamos!
¡Bailemos! ¡Cantemos!
¡seamos los primeros, bebamos!

MEFISTÓFELES:
En el festín de la vida
el placer está invitado,
el placer que los cielos
niegan a los hombres
para dárselo a los Dioses.
Penetrad con vuestras llamas
nuestros sentidos y nuestras almas,
¡licores embriagadores
que os reís del amor
y turbáis los corazones!

MEFISTÓFELES Y CORTESANAS:
¡Medianoche! ¡Medianoche!
La mesa está dispuesta, ¡vivamos!
¡Bailemos! ¡Cantemos!
¡seamos los primeros, bebamos!

MEFISTÓFELES:
Lejos de nosotros las caricias
de estas castas ternuras
que ahuyenta un beso
temeroso como un pájaro
que busca donde posarse.
En estas locas orgías
sobre estos manteles rojos
el brocken borracho perdido
quiere el amor sin languideces
y desdeña los remordimientos

MEFISTÓFELES Y CORTESANAS:
¡Medianoche! ¡Medianoche!
La mesa está dispuesta, ¡vivamos!
¡Bailemos! ¡Cantemos!
¡seamos los primeros, bebamos!

MEFISTÓFELES:
¡Que tu embriaguez, oh voluptuosidad, 
ahogue los remordimientos en su corazón!

(Fausto ve aparecer una visión de Margarita)

¿Qué te pasa?

FAUSTO:
¿No la ves
allí, delante de nosotros, muda y pálida?
¡Qué extraño adorno 
alrededor de este hermoso cuello!

MEFISTÓFELES:
¡Visión!

FAUSTO:
¡Una cinta roja que esconde!

MEFISTÓFELES:
¡Magia!

FAUSTO:
¡Una cinta roja, 
estrecha como el filo de un hacha!

MEFISTÓFELES:
(Para sí)
¡Sortilegio!

(La visión desaparece.)

FAUSTO:
¡Margarita! 
¡Siento cómo se erizan mis cabellos! 
¡Quiero verla! ¡Ven, es mi voluntad!

LAS BRUJAS:
¡Un, dos y tres,
contemos hasta trece!
Los pordioseros son reyes,
¡aticemos las ascuas!.
Que el fuego
rojo o azul
caliente el caldero,
el veneno
es un vino
¡que gusta a la bruja!.
¡Un, dos y tres,
contemos hasta trece!
Los pordioseros son reyes,
¡aticemos las ascuas!
Uno... dos... tres... cuatro...
Cinco... seis... siete... ocho...
Nueve... diez... once... doce... ¡trece!

(Espada en mano, Fausto le arrastra 
consigo, abriéndose camino entre los 
monstruos infernales.)

("Fausto", ópera de Charles Gounod. Fragmento del Acto V)







Esta es la escena completa que Gounod concibió para el Sabbath de brujas del 30 de Abril mostrado en “Fausto”. 
Según las leyendas, el monte más alto de la montaña del Harz (Alemania), llamado Brocken, era el punto de encuentro de brujas y demonios más famoso de toda Europa.

Los asistentes al turbulento aquelarre llegaban, en su mayoría, montados sobre animales o diablos voladores, o cabalgando escobas, ramas caídas y demás utensilios (la cantidad de formas diversas de iniciar un vuelo de fantasía, y el poder para realizarlas, no era un problema en absoluto), embadurnados del ungüento mágico tradicional, que también aplicaban a sus propios cuerpos.
Dicho ungüento, tan tristemente célebre, se obtenía de una mezcla de plantas venenosas: cicuta, belladonna, acónito y beleño. Todo ello aderezado con algunos ingredientes más de dudosa... más bien, sanguinaria, procedencia.
Con sólo untar esta receta, ya se obtenía el secreto que desafiaba la ley natural, que confería la capacidad de volar cómo vuela la lechuza, el murciélago, el cuervo. No obstante, algo podía anular fatalmente el efecto: el tañido de las campanas de la Iglesia poseía el poder de hacer caer al instante a los brujos y brujas, que encontraban así una muerte segura.

En el escenario de semejante noche de mal agüero, lúgubre, aberrante, suntuosa... Fausto y Mefistófeles participan de la fiesta. Guiados por un ignis fatuus (también llamado: “Will-o'-the-Wisp”), ascienden al Brocken en el que late el mismo corazón del Abismo.
Allí, alternativamente se muestran prodigios (de las tinieblas) y espantos atroces, que fascinan a Fausto. Y suya es la suerte de contar con la protección y la guía de Mefistófeles.
Según la obra original de Goethe, así transcurrió la noche de Walpurgis:


*{*{*{*

FAUSTO:
¡Qué rápido vuela la novia del viento por el aire!. ¡Qué fuertes golpes me da en la nuca!.

MEFISTÓFELES:

Agárrate a las viejas grietas de las rocas o te arrojará en esta garganta, que será tu tumba. La niebla hace densa la noche. ¡Oye cómo se estremece el bosque! Los búhos huyen espantados. Oye cómo se astillan las columnas del eterno palacio de verdor, cómo las ramas gimen y se rompen, cómo los troncos retumban, poderosos, y las raíces crujen y bostezan. En impresionante y confusa caída, los árboles ceden agolpándose unos contra otros, y apenas permiten que se filtre el viento, que silba y aúlla al pasar por los atestados barrancos. ¿No oyes voces en las alturas, que suenan aquí lejos y allá cerca? Sí, a lo largo de todo el monte, truena iracundo un ensalmo.


*{*{*{*

En la noche atestada, incluso el aparentemente inofensivo rumor de una conversación intrascendente entre los invitados al Sabbath puede llegar a resultar una pesadilla en si misma, porque se han dado cita los protagonistas y personajes más atroces que pudiera soñar el imaginario popular. Fausto atiende... a esas frases discordantes, retorcidas, que casi parecían fruto de un furioso y sórdido delirio.




*{*{*{*

UNA VOZ:
 ¿Por dónde habéis venido?.

OTRA VOZ:
Por el Ilsen. Allí vi al búho en su nido. ¡Qué mirada tenía!.

UNA VOZ:
¡Vete al infierno! ¿Por qué vas cabalgando tan de prisa?.

OTRA VOZ:
Aquella me dio un arañazo. Mira las heridas.

BRUJAS (A coro):
El camino es ancho y largo. ¿Por qué esa prisa sin sentido? ¡Que la horquilla pinche!, ¡que la escoba desgarre!. ¡Que el niño se ahogue!; ¡que el útero reviente!.

BRUJOS (En semicoro):
Vamos lentos como caracoles. Las mujeres van todas delante, pues en el camino a la mansión del Mal, las mujeres nos llevan miles de pasos de ventaja.

(…)

AMBOS COROS:
Calla el viento, la estrella huye, la nebulosa luna se oculta. El coro mágico despide miles de pavesas.

VOZ (Desde abajo):
¡Alto!, ¡alto!.

VOZ (Desde arriba):
¿Quién llama desde la hendidura de las rocas?.

VOZ (Desde abajo):
¡Llevadme con vosotros!. Hace trescientos años que subo y nunca puedo alcanzar la cima. Con lo feliz que estaría con mis semejantes...
  
*{*{*{*


Moraleja: esa es la clase de compañía que puedes esperar en un Sabbath...


 
 

MEFISTÓFELES: 
 
¡Qué choques!, ¡qué empujones, qué sonsonete! ¡Qué chispas, qué hedor, qué brillo, qué ardor! Esta es la auténtica brujería. Pero agárrate a mí, que no nos separen. ¿Dónde estás?.
 

FAUSTO (Lejos):
¡Aquí!.
MEFISTÓFELES:
¿Qué? ¿Ya te han arrastrado hasta allí? Haré uso de mis derechos de dueño. ¡Abrid paso!, que va el Hacendado Voland, ¡paso!, ¡dulce plebe!, ¡paso!. Venga, Doctor, y en un momento nos escaparemos de este tumulto, es demasiado loco incluso para uno de mi género. Allí brilla algo con extraño fulgor que me atrae hacia aquellos matorrales. ¡Ven!, ¡ven! Entraremos con disimulo.
FAUSTO:
¡Oh, espíritu de la contradicción! De acuerdo, puedes guiarme; pero no me parece bien haber hecho la peregrinación al Brocken en la noche de Walpurgis para aislarnos ahora por nuestra cuenta.
MEFISTÓFELES:
Pues ¡mira qué colorido de llamas! Se ha reunido un animado club. En la intimidad nunca se está solo.
FAUSTO:
Pero preferiría estar ahí arriba. Allí veo alzarse el fulgor y el humo, allí la multitud se agolpa yendo hacia el Maligno y se deben resolver muchos enigmas.
MEFISTÓFELES:
Pero también se formarán otros nuevos. Deja que el mundo se desquicie y agite; nos quedaremos aquí en sosiego. Está establecido ya hace mucho que pequeños mundos se creen en el grande. Allí veo jóvenes brujitas desnudas y otras viejas que se cubren con astucia. Al menos por mí, sed simpáticas; a poco que os esforcéis será grande el placer. Pero escucho el tañer de instrumentos. ¡Maldito ruido! Habrá que acostumbrarse. ¡Ven conmigo!, ¡ven! No hay más remedio. Te llevaré conmigo, te presentaré y harás nuevos lazos. ¿Qué te parece, amigo? Esta explanada no es pequeña. Mira, apenas se ve el fin. Hay cien hogueras ardiendo en fila; se baila, se hacen chanzas, se cocina, se bebe, se ama... Dinos si puede haber algo mejor.
FAUSTO:

Y para introducirme, ¿te presentarás como demonio o como mago?.

MEFISTÓFELES:

Estoy acostumbrado a ir de incógnito. Mas el día de gala hay que poner las condecoraciones. No me adorna la Jarretera, pero el pie de caballo encuentra aquí todos los honores. ¿Ves ese caracol?. Viene despacio, mas con sus cuernos ha visto y olido algo especial en mí. Aunque quisiera, no puedo negarme aquí. Ven, vamos del fuego hacia el fuego. Tú serás el galán y yo tu valedor. (...)



 



Y, así, la noche avanza.
¿Y qué mejor melodía para recrear el funesto baile de multitudes?. ¿Qué mejor melodía que muestre el corazón de
la atmósfera de tinieblas reinante?.
Ninguna en el mundo podría suplir a: "Una noche en el Monte Pelado", de Modest Músorgski.
Basada en un cuento de Nikolái Gogol, en que un joven campesino se ve obligado a pasar la noche en el Monte Pelado,  y allí presencia sin ser descubierto el endemoniado Sabbath.
Según el programa de Músorgski, la pieza acomete estas escenas:
 
  1.  Rumores subterráneos de voces sobrenaturales.
  2. Aparición de los espíritus de las tinieblas y de Satanás.
  3. Glorificación de Satanás y misa negra.
  4. Sabbath de brujas.
  5.  A lo lejos suena la campana de una iglesia del pueblo, dispersando a los espíritus de las tinieblas.
  6. Amanecer.
 
 

Si a las citas conmemorativas y a la buena música le añadimos las extraordinarias ilustraciones de Harry Clarke y Franz Simm, y algunos de los célebres Caprichos de Goya... Bueno, tenemos una buena celebración de la noche de Walpurgis.
Quizá no podamos reunirnos en lo alto del Brocken... llegar allí en alas del viento bajo la luz de la luna (o la ausencia de ella, velada por las nubes. Quién sabe qué será lo mejor...). Quizá no bailemos en esos umbríos bosques, al borde del precipicio...
Pero en esta noche de Walpurgis a todos nos parecerá que hay algo de magia corriendo a través de la noche. Ya sea en la ciudad silenciosa, en los tejados (secretamente populosos...). Ya sea en los campos, cayendo en los círculos de hierba fortuitos.
En cualquier lugar hay algo vivo. Cómo si Mefistófeles se ocultara entre las sombras, huidizo; como si pudieran escucharse sus carcajadas infernales procedentes de algún lugar extrañamente cercano pero inalcanzable; cómo si uno percibiera y persiguiera cada movimiento fugaz a la espalda, sabiendo que ahí estará él.
Cómo si en cada reflejo pudieran aparecer los ojos de Fausto...
Quizá todo esto no sean cuentos o leyendas tranquilizadores. Quizá no sean las historias más luminosas o las más amables. Pero hay algo en cada persona... algo que quiere creer en la magia, y la noche de Walpurgis no es mas que un recordatorio de que en otros tiempos se aceptaba de todo corazón que los monstruos existían (y esa era una idea más tranquilizadora de lo que pueda suponerse ahora), que había vuelos de fantasía, que se conjuraban tormentas lanzando simplemente un gallo y una serpiente a un caldero...
¿Y no es eso más emocionante... menos vacío y solitario que la frialdad aséptica actual...?
Feliz noche de Walpurgis. Estéis donde estéis.