"La Pesadilla " de Füssli muestra el sueño inquieto de una mujer en manos del mal invisible en la noche.
Agazapado sobre el cuerpo agitado, y a la vez rendido de la durmiente, un Incubo convierte el descanso en una asfixia mareante.
Sin duda, la mujer está sufriendo numerosas y pegajosas Pesadillas, llena de ese calor horrible y esa angustia opresora en el pecho que deparan algunas noches fatales, en las que nos despertamos sudorosos y a la vez helados, con el corazón galopando cómo las yeguas de la noche, y las sienes palpitantes, llenos de un miedo sin nombre... Sin motivo aparente, y un desagrado cómo de nausea en el corazón al que no logramos encontrar explicación más que atribuirlo a una mala digestión de la cena.
Antiguamente, semejantes noches agotadoras y casi febriles eran atribuidas a esos monstruos... a los Íncubos y Sucúbos que muestra Füssli preferentemente en sus pinturas.
Quizás sea cierto que fueron una creación medieval de los monjes y monjas para justificar encuentros o demás fenómenos sexuales que para ellos estaban vedados. Echarle la culpa, vamos, al Diablo de sus propios errores.
Pero diversos e ilustres libros de Demonología desmienten esta teoría y hacen hincapié en la creencia en Íncubos y Sucúbos, ofreciendo una lista de arcaicos y enrevesados nombres que indican los miembros de esta casta infernal.
Füssli pintaba con un realismo casi sobrenatural esas truculentas escenas en que el mundo real quedaba saturado de ese otro espacio, habitualmente invisible, en que las cosas se deforman, y resultan abyectas y nauseabundas.
"La memoria es una especie de consumación, de renacimiento incluso. Un comienzo, pues los espacios que abre son lugares nuevos habitados por multitudes hasta ahora impensadas, nuevas especies cuyos movimientos se dirigen hacia nuevos objetivos (antes incluso de que fueran abandonados). " [
Esos “espacios” en que criaturas de bestiario demoníaco, rezumantes o contraídas, quebradas o malformadas, saltan y retozan entre los mortales que no advierten nada inusual a su alrededor... en ése asiento vacío (aparentemente vacío) junto a ellos, en la vigilia del sueño en que todos nos confiamos sobre la mullida almohada y bajo las cálidas mantas...
Para Füssli, nunca estamos solos.
Y eso no es algo tranquilizador.
En absoluto...
En alemán, el nombre del cuadro es un claro y morboso juego de palabras: “Nachtmahr” (Pesadilla) no sólo es la consecuencia del beso del Íncubo, si no que es el nombre del caballo de Mefistófeles. “Nachtmahr”...
No vamos a irnos muy lejos en la descripción de qué es exactamente un Íncubo.
Nada de compleja imaginería mágica ahora, gracias. Es algo demasiado largo y enrevesado para citar en estos momentos.
Apartemos descripciones más escabrosas, y por hoy no mencionemos en voz alta olvidados (y mejor que se quedaran así) nombres incomprensibles que le otorgan personalidad a una entidad de la noche más oscura.
Quedémonos, terrenal y meramente, en lo que dice la RAE:
"Íncubo: (Del lat. incŭbus). Se decía del diablo que, según la opinión vulgar, con apariencia de varón, tenía comercio carnal con una mujer. "
Y su contrapartida femenina, el Sucúbo.
Según los cuentos, no obstante, un Íncubo debe seducir a su víctima. Y por ello es un hombre hermoso el que se introduce en los sueños para alimentarse de la energía vital de su presa.
Quizás esto sea una visión del asunto demasiado sencilla y legendaria. Me quedo con la versión retorcida y repulsiva de Füssli.
Ese asqueroso diablo de figura bestial y viscosa, engendro aplastando con su horrible presencia el cuerpo de una inocente, cumple perfectamente con su papel de opresor de los sueños, lascivo y repelente visitante que hunde en la angustia y el horror a su paso.
Nadie, al verlo, pensaría en ninguna anterior naturaleza perdida. Y es mejor así. Aunque teóricamente la poseyera.
El demonio no está solo en la habitación oscura. Una Yegua de la Noche observa la escena con ojos tan saltones que parecen a punto de salir disparados de sus órbitas.
Tan aborrecible cómo su compañero el Íncubo, la visión de esa especie de caballo fantasmal enloquecería a quién pudiese verla.
Pero nadie la ve, sólo se presenta en las hora de sueño indefenso...
Negra cómo el carbón infernal, y una figura más de La Pesadilla. “Nachtmahr”...
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