"El sol de Venecia creará en mi pelo
un oro: augusto resultado
de toda alquimia. Mis cejas, parecidas
a puentes, las ves llevar hacia lo lejos
a causa del peligro silencioso
de los ojos, que un tráfico secreto
conecta con los canales, de tal modo que el mar
en ellos sube y baja y cambia.
Quien una vez me ha visto, tiene envidia a mi perro,
porque sobre él, a menudo, reposa la mano
adornada, invulnerable, en pausa distraída,
la que en ningún ardor se carboniza...
Y muchachos, esperanzas de antiguas estirpes,
perecen por mi boca como por un veneno."
(La Cortesana ‒ Rainer Maria Rilke)
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