lunes, 12 de septiembre de 2011

"La sangre es un fluido muy especial"


Una ilustración maravillosa.
Fausto invocando al demonio Mefistófeles.
La leyenda de un oscuro alquimista practicante de la magia negra que vendió su alma al diablo mediante un pacto de sangre.
Veinticuatro años después expiró el perverso contrato y Mefistófeles se llevó el alma de Fausto por toda la eternidad.
¿Valía tanto la pena ofrecerse al infierno por unos cuantos años de desquiciados aquelarres nocturnos, fortuna absoluta que no serviría para nada una vez Fausto estuviese ardiendo en las llamas eternas, venganza sobre los enemigos y conocimientos ilimitados sobre los secretos de la tierra, el cielo y el infierno?. Lo de aprender los "conocimientos" más ocultos suena guay, pero ¿de qué sirven en el averno?.
Fausto quiso arrepentirse muchas veces de sus actos, y esto le hubiera salvado. Hubiera podido redimirse, por la misericordia infinita de Dios.
Pero Fausto no se arrepentió, coaccionado por las terroríficas amenazas de Mefisto.
Y así perdió su alma por los siglos de los siglos.
Fausto da pena, muchísima pena.
Es una historia fascinante.

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